Los primeros rayos de sol se colaban por la ventana, iluminando de soslayo el cabecero de la cama. Según la orientación de la casa el sol describía un arco arcano, a partir de las 12 se instalaba en el jardín, durante toda la tarde, hasta que comenzaba a jugar al escondite tras las copas de los árboles. Su cuerpo se despertó entumecido, cómo era la tónica habitual. Estiró los brazos, acompañados inmediatamente por las piernas, esas gloriosas piernas que tanto habían llamado la atención. Desde que era pequeña había escuchado a su madre decirlo a todo el que quisiera oírla lo orgullosa que estaba de las "patorras" de su pequeña Miss Sunshine. Le costaba mucho despertar, no estar desubicada , conseguir que sus sueños o pesadillas se despegaran de su cuerpo, se quedaban aferrados durante largos minutos, como se aferraba su hija cuando tenía 3 años y no quería separarse de ella. La pereza solía aparecer cuando por fin sus ojos estaban abiertos, pereza de vivir, pereza de sentir, ...
Madre de dia, Cooper de noche. El título indica claramente cómo me sentía cuando comencé. Viva la EVOLUCIÓN