Es importante saber lo que una necesita, para saber pedir.
Porque a pesar del mantra que nos canturreaban cuando éramos pequeñas
HAY QUE APRENDER A PEDIR
- Pedir que nos escuchen
- Pedir que nos sostengan, cuando no podamos más
-Pedir tiempo muerto
-Pedir orgasmos, sobre todo orgasmos.
Hay días que tus sentidos están a flor de piel y emanan de tu cuerpo para desembocar en el océano de tus pensamientos.
Solo con apenas cerrar los ojos sientes con la intensidad de un Tsunami qué recorre tu boca , enseguida entreabierta, para llegar a tu lengua y dejarte llevar.
Tus deseos llegan para recordarte que debes pedir
Pedir que sus labios susurren lentamente muy cerca del lóbulo de tu oreja acompañados de su ágil lengua, para bajar por tu cuello desnudo haciendo una parada en tus labios que esperan habidos de deseo la ardiente y húmeda coreografía, tantas veces ensayada , entre lenguas que no necesitan presentación.
Pedir que sus manos rocen tus pezones, con suavidad , valiéndose de sus manos y su lengua , primero dentro de su boca dónde la lengua puede jugar libremente, después lamiendo, lento, dejando que la excitación llegue a todos los rincones de tu cuerpo.
Para conseguir que tu cuerpo se arquee hacia atrás y deje salir por fin de tu garganta los gemidos retenidos.
Sentir sin pudor el éxtasis de pedirle qué continúe , que no se detenga, acompañando a su mano, guiando su camino entre las curvas de tu cintura, la voluptuosidad de tu vientre, y por último derribando la barrera de la falda negra de seda.
Primero un botón, luego otro y otro hasta que cae al suelo, y libera el deseo camuflado detrás del encaje de Tu ropa interior.
Sus manos recorren todo tu cuerpo, hasta llegar a posarse donde termina la espalda para marcar el camino que sigue su lengua , serpenteando por tu vientre, tu ombligo, hasta llegar al pubis.
El gemido gutural se libera y tu vulva palpita pidiendo más, tus piernas se abren con la naturalidad de una historia en común, tu sexo le recibe, ahora son sus manos las que marcan el camino , enreda tus manos entre sus negros rizos y comienza a seguir el ritmo de tu cadera.
Su lengua lame tu sexo en un movimiento tranquilo, de abajo hacia arriba y espera su reacción. Vuelve a repetir y siente sus manos empujando su cabeza contra tu sexo.
Los movimientos se alternan, en círculo , adelanta y atrás, hacia arriba.
Y el clímax no tarda en llegar.
Pide lo que quieras, pide un orgasmo cada día, te sorprenderá todo lo que te darán.
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