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LA PIEZA DEL PUZZLE



Los primeros rayos de sol se colaban por la ventana, iluminando de soslayo el cabecero de la cama. Según la orientación de la casa el sol describía un arco arcano, a partir de las 12 se instalaba en el jardín, durante toda la tarde, hasta que  comenzaba a jugar al escondite tras las copas de los árboles.

Su cuerpo se despertó entumecido, cómo era la tónica habitual. Estiró los brazos, acompañados inmediatamente por las piernas, esas gloriosas piernas que tanto habían llamado la atención.

Desde que era pequeña había escuchado a su madre decirlo a todo el que quisiera oírla lo orgullosa que estaba de las "patorras" de su pequeña Miss Sunshine.

Le costaba mucho despertar, no estar desubicada , conseguir que sus sueños o pesadillas se despegaran de su cuerpo, se quedaban aferrados durante largos minutos, como se aferraba su hija cuando tenía 3 años y no quería separarse de ella.

La pereza solía aparecer cuando por fin sus ojos estaban abiertos, pereza de vivir, pereza de sentir, pereza de hablar.

También podría ser desánimo con una pizca de pereza, no estaba segura, nunca lo estaba.

¿Dónde estaban esos días en los qué se levantaba pletórica, llena de energía?

 La idea de volver a ver a su terapeuta le rondaba la cabeza hacía semanas.

Cuando te sientes en La cima, inhalas, exhalas, y tu mente te lo agradece ,luego es muy difícil volver a la ladera de la montaña. Miras hacía la cima y la ves lejana, inaccesible.

Al principio le echaba la culpa a los adornos de su vida, pero después de 2 años de terapia sabía perfectamente que el puzle incompleto era ella, y la pieza que a veces no encontraba por mucho que buscara estaba escondida en su mente.

A menudo veía su vida a vista de pájaro, salía de su cuerpo y observaba , le resultaba muy difícil volver a ocupar el lugar que le correspondía , ser la protagonista de su propia historia.

Mientras se preparaba el café miraba por el inmenso ventanal, el otoño había llegado sin avisar para quedarse toda una estación.

 El jardín se fundía en los tonos tierra y cobrizos que tanto le gustaban , la alfombra de hojas lo cubría todo. Su árbol preferido tenía a penas  10 hojas  , en pocos días se quedaría limpio por completo para luego volver a florecer en primavera.

El otoño era sabio, deja ir lo que ya no necesitas, sana, reconecta, esto también pasará, volverás a vestirte de flores, y no tendrán que pasar las estaciones.

En el último sorbo de café llego el mensaje a su mente: ACCIÓN

La acción era su mejor aliado, lo había aprendido hacía tiempo, la hacía reconectar con su esencia, por eso estaba tan enfadada ese puente de todos los Santos.

 No había venido preparada para la acción y notaba como se hundía, sin remedio. 

Sin pensarlo dos veces, dejo la taza en el fregadero junto a las tazas de los últimos dos días que todavía no había querido fregar y se calzó las deportivas, el chubasquero y los cascos.

Se lavó los dientes y se peino lo mejor que la desgana le permitió.

y con toda esa mochila a sus espaldas dio un paso, seguido de otro y seguido de 10.000 mas hasta que volvió a sentirse liviana, ligera de equipaje.

Hoy había tomado las riendas para aliviar su pesada mochila, mañana sería otro día.


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