EMPIEZA EL JUEGO
Ella no llegaba a comprender lo sexy que podía llegar a ser. La observaba durante horas y siempre encontraba un gesto nuevo al que aferrarme.
Nora reía constantemente, conmigo y sin mi, y eso me volvía loco.
Reía y asomaban esos dientes imperfectos, no alineados, y la hacía aún mas especial.
Hacía años que nos conocíamos, intento recordar cómo, pero mis recuerdos se esconden.
Nuestra amistad había ido increscendo , al igual que nuestra atracción.
Me alborotaba las ganas su eterna curiosidad, sus preguntas, sus conclusiones, sus bailes, y sobre todo como se retiraba el pelo de la cara para así poder ver mejor.
Hemos tenido relaciones paralelas a la nuestra, pero ninguna funcionaba, porque la nuestra siempre fue las mas importante para los dos.
Los celos de nuestras respectivas parejas aparecían tarde o temprano y todo se iba al traste. El dolor no perduraba en el tiempo, y cuando nos manteníamos separados estábamos sedientos y era como encontrar agua en el desierto.
Es infinitamente imposible luchar en contra del amor, si del amor, indiscutiblemente estaba loco por ella.
Nunca tuvimos encuentros, a pesar de lo que gritaban nuestros cuerpos, pero todo iba a dar un giro de 90 grados ese fin de semana.
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Era Junio y el calor vestía los fines de semana, así que decidimos irnos los colegas a una casa rural cerca del Mar.
Fuimos en dos coches, Nora conducía uno y yo el otro, así que eché de menos su risa todo el trayecto, excepto en las paradas establecidas. Los dos habíamos preparado una play list para el viaje, totalmente diferente, teníamos gustos opuestos, y eso me provocaba mariposas en el estómago.
Tras cuatro horas de viaje llegamos a nuestro destino, huelga decir que era una pasada. Nora fue la encargada de elegirlo, y no decepcionó , como siempre, así que los demás la dejábamos hacer.
Y en ese preciso momento empezó el juego
Comenzamos a repartir las habitaciones
Albert: A ver, Nacho y yo dormimos juntos.
Nacho dio el visto bueno con un leve movimiento de cabeza.
Candela: Y Nora y yo también.
Nora: Ay Cande no, ya le he dicho a Jon que dormiría con el.
Jon, o sea yo, la miré de soslayo. ¿Cuándo habíamos tenido esa conversación Nora y Yo? por lo visto alguien mas tenía ganas de jugar ese fin de semana.
- Elena: Bueno pues yo duermo con Cande.
- Cande: de todos modos este es el dormitorio más grande , podemos dormir las tres, Elena, Roma y yo.
-Roma: por mi genial.
Cada uno cogimos nuestro equipaje, y sin prejuicios huelga decir que ellas ganaban por goleada, todas menos Nora, su pequeña mochila me hacía sonreír.
Nuestra habitación tenía cama de matrimonio, orientada al sur, desde donde podíamos admirar el Mar, que asomaba tímidamente entre las copas de los árboles.
- Jon: Bueno , creo que nos va a sobrar armario, Nora.
Su sonrisa hizo que se me erizara la piel, ¡madre mía pronto empezamos¡- pensé
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