Su cuerpo llevaba temblando 1825 días, con todo lo que ello supone.
Su amígdala cerebral recibió la señal de peligro 24 horas al día durante los 1825 días.
Ella no sabía exactamente que le sucedía, llegó a temer por su cordura, hasta que el diagnóstico trajo algo de luz a su vida.
- " Trastorno de angustia."
- Trastorno de pánico.
- Agorafobia.
Todo comenzó cuando murió El, le costaba muchísimo decirlo, murió, durante mucho tiempo usaba símiles como , se fue, nos dejo...que ironía , parecía que la decisión de morir la hubiese tomado El de motu propio y nada mas lejos de la realidad.
Precisamente ese fue el detonante para ella, el miedo inundó su corazón y mas tarde su cerebro.
Literalmente tenía miedo a vivir.
¿Cómo podría ser de otro modo?
El lo había hecho todo perfecto, era alegre, le apasionaba su trabajo, honraba su cuerpo con ejercicio y una alimentación saludable y lo mas único en El era que conseguía hacerte sentir la persona mas especial en la faz de la tierra.
Si El lo había hecho todo perfecto y aún así murió ¿Qué esperanza podría tener ella que solo se había dejado arrastrar por la vida?
A la par de esas cuestiones aparecieron los primeros síntomas en los momentos mas cotidianos. Por ejemplo paseando por el parque cuando llegaba el momento de cruzar un paso de cebra y sus pupilas comenzaban a dilatarse a la vez que sus bronquios, la respiración se le aceleraba de la mano de su frecuencia cardíaca hasta que aumentaba su presión arterial.
Todo ello la llevaba a sentir que estaba en la cúspide de una gigantesca caída de una montaña rusa , cualquier montaña rusa.
Entonces el miedo se apoderaba de ella hasta llegar a paralizar todo su cuerpo.
Sus piernas no respondían a la orden de caminar y su boca hacia lo propia a la orden de articular palabra.
Este hecho la confundía todavía mas, porque creía que estaba sufriendo un ictus, ¿porqué si no no podía moverse?.
Su cuerpo sufría una enorme tensión y notaba una presión en el estómago.
Las dudas la abrumaban, dudaba constantemente, cada vez que quería salir a pasear.
Primero fue buscando atajos, recorridos por donde no hubiera pasos de cebra, algo imposible viviendo en una ciudad, cuando no podía evitarlos , a pesar de sus esfuerzos, solía ponerse en paralelo a cualquier persona que estuviera cruzando y pensaba:
- Si me desmayo ella me sujetará.
La situación fue empeorando día tras día, año tras año.
Hasta lo mas cotidiano se convertía en algo terrorífico que la obligaba a modificar sus rutinas, dejando de hacerlas prácticamente, evitando las glorietas, las carreteras con mas de 2 carriles, los centros comerciales abarrotados de gente, las visitas a la peluquería, las cenas en restaurantes, los viajes.
Luego se unieron los episodios en los que no podía tragar , ni bebida ni comida, incluso a veces no podía dormir, por miedo a no despertar.
Y llegó el Covid, una horrible pandemia pero que a ella le salvó la vida.
No tuvo más remedio que parar, reflexionar sobre seguir viviendo de se modo o vivir en mayúsculas.
Y llegó el día en que tomó las riendas, busco ayuda profesional y gracias a Dios toda la ayuda era por videoconferencia, hecho que la ayudó bastante.
Esta es solo la experiencia de una persona con ataques de pánico.
Aprendió a amarse, a perdonarse, a dejar ir, a RE conocerse,
a honrarse, a valorarse.
La verdad es que sigue aprendiendo.
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