Su nueva canción favorita sonaba por los altavoces mientras sus caderas se acompañaban por la suave voz de RUBY AMANFU.
Cuando una melodía le rozaba el alma sus caderas eran las primeras en sentirlo. Su balanceo era acompasado, rítmico, intensamente sensual.
Subía con precisión hacia sus hombros que alentaban al resto de su cuerpo, o su templo ,como le gustaba llamarlo.
Todo su peso se centraba invariablemente primero en su lado izquierdo, a pesar de ser diestra, para invadir como un sunami el derecho.
Sus pies se adelantaban, giraban sobre si mismos, cambiaban su dirección en décimas de segundo para provocar que su pecho se arqueara hacía atrás exactamente igual que cuando recibía una leve caricia en el cuello.
Sobre la encimera la escena recordaba un bodegón, la fruta se mezclaba con el afilado cuchillo, el hielo y la ginebra.
Así empezaban sus noches especiales las cuales se alternaban de lunes a Domingo, no necesariamente debían ser especiales en fin de semana, sus ganas marcaban el día.
Todo comenzaba en la inmensidad de sus deseos, justo cuando revoloteaban cerca de sus labios pintados de rojo carmín.
De una cosa estaba segura , sus deseos nunca se equivocaban .
El ruido rítmico del cuchillo cortando el limón parecía formar parte de la banda sonora , seguido del hielo cayendo en la copa de cristal y para completar la escenografía la ginebra y la tónica se unían con aquel sonido burbujeante que su paladar reconocía.
El primer sorbo podía hacerla volar a cualquier momento de sus últimos 30 años, el segundo la traía de nuevo al presente a esa noche sin expectativas pero llena de promesas.
En la mano derecha el Gin-tonic y en la izquierda el ritmo de la música.
Los pies descalzos sobre un vestido negro de raso el cual conocía cada centímetro de su cuerpo.
Hace tiempo que sabía que la felicidad era eso, bailar hasta que el cuerpo aguante , podía ser sola o en compañía, la elección la tomaba el deseo.
Comentarios
Publicar un comentario