No recordaba cuándo ese banco se convirtió en su sitio preferido.
Era un banco normal , de madera oscuro, seguramente pino del pais, con las patas de hierro forjado , asi como los reposa brazos.
Podían sentarse sin mucho problema tres personas, pero ya sabemos lo que sucede, si te sientas tu nadie suele compartir el banco contigo.
Le llegaban los rayos justos de sol durante el verano y los menos justos en invierno.
En las primeras horas del día el olmo que tenía a su derecha lo cubría de una leve sombra que según iban pasando las horas cambiaba al ritmo del Sol.
La brisa en verano era dulzona y suave, su cuerpo lo agradecía estremeciéndose.
En Invierno solía necesitar una fina bufanda que cubriera su pecho.
Podía pasarse horas, sentada, leyendo, observando, reflexionando, a veces todo en un solo día, otras veces en varias tardes alternas.
Cuando la calma habita en tu interior no hace falta más.
Estaba lo suficientemente cerca del parque para poder oir el canto de las ....ultimamente olvidaba palabras que siempre habían estado...urracas..no, gorriones...no ¡cotorras!... si eran cotorras.
Las copas de los árboles estaban repletas de nidos de cotorra, y viajaban de árbol en árbol con pequeñas ramitas en sus pequeños picos.
Entre todas construían los nidos, le encantaba observarlas, casi siempre era de dentro hacia fuera.
Maravillas de la Naturaleza, arquitectura pura y dura.
Los días en que la brisa soplaba algo mas fuerte su pasatiempo favorito era mirar el cielo y sonreir, viendo el contínuo movimiento de las blancas nubes.
Parecía que llegaran tarde, parecian ovejas de un rebaño dirigidas por la ágil brisa.
Muchas tardes salía con sira de paseo y terminaban sentadas en el banco, siempre en la misma postura.
Sira sobre su regazo y un pequeño termo con te matcha , del cual daba sorbitos pequeños, a veces a destiempo.
Acariciaba el lomo de Sira, enredaba sus dedos entre su suave pelo, y sus depósitos de serotonina se recargaban para toda la semana.
A veces no necesitaba más
A veces no necesitaba a nadie
Siempre necesitaba a Sira
Cada uno encuentra el paraiso dónde menos se lo espera.
Mi paraiso puede no ser el tuyo y eso está bien
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