La pasión puede ser inagotable, puede ser excasa o desaparecer arrastrada por la brisa de un Domingo soleado.
La pasión puede marcar tu vida o simplemente pasar de puntillas sobre un suelo enmoquetado.
La pasión vive en una mirada furtiva, en una caricia prohibida y puede morir envuelta en silenciosa rutina con lazos brillantes de rojo pasión.
En su caso su pasión habita en sus manos, la derecha se apasiona por los atardeceres a los pies del mediterraneo.
Y la izquierda enloquece de pasiÓn a 13 grados bajo cero, envuelta por extensos pinos centenarios con cumbres blancas.
Sus manos sienten sus días nublados y pueden abrir un enorme paraguas que la resguarde durante la tormenta, sólo con rozar el lóbulo de su pequeña oreja.
Sus manos recuerdan todos los caminos que la conducen a él , a sus ojos verdes que enmudecen cuando hace acto de presencia su leve sonrisa que ladea a la izquierda la comisura de sus labios.
Sus manos podrían salvar sus vidas, cuando encuentran las de ÉL y una descarga eléctrica recorre su espina dorsál, y consigue que sus piernas tiemblen y dude de su cordura.
Sus manos son amor frente a todo, estremecen sus sentidos y alborotan sus ganas.
Marcan su destino y permiten que eliga su camino, aunque sea en dirección contraria.
Conocen los recodos de su cuerpo, el hueco preciso que dejan su pechos, donde descansaría para siempre.
Conocen su explorado placer, su palpitante sexo, pausando el climax hasta el momento preciso, a pesar de sus deseos.
Sus manos son como la batuta de un director de orquesta, amorosas, diligentes, exactas y pueden componer una banda sonora que resuene en todos sus días.
A través de sus manos sus besos pueden aumentar los latidos de su corazón, devolverle la locura por un momento.
Pueden acallar los murmullos que habitan en su cuello, solo con un gesto del dedo indice sobre sus labios.
Porque si existen palabras que son abrazos su manos pueden escribir su historia.
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