Su cuerpo se estiraba al ritmo de Sam cooke y se erizaba con el último capítulo de la novela que tenía entre manos. Los rayos de Sol la envolvían como una manta de cashmire y la llevaban a un sueño profundo con olas de fondo.
Un cosquilleo subió desde sus pies hasta la rodilla, paró un segundo y continuó hasta la cadera.
Empezaba a refrescar, sus ojos se abrieron entre parpadeos y dejó que fueran acostumbrandose a la luz.
Albert recogió su toalla y con calma se acercó hasta Afrodita.
- Gracias por el tenedor ya me veía comiendo el cuscús con las manos.
(Digo yo que con esas manos harás muchas mas cosas)
- De nada, si el cuscús me necesita, ahí estoy yo. Es un pacto entre cuscus.
Dejó caer su mochila y se sentó a su lado. La miró con tanta fuerza que su corazón sintió una corriente de aire fresco al dejar la puerta abierta.
- ¿ Te importa que me siente contigo un rato?
No tuvo que contestar, retiró la nevera y Afrodita palmeo la arena ofreciéndole un SI. Un sí rotundo.
Estuvieron charlando el resto de la tarde y la simbiosis surgió, no dejaron de mirarse a los ojos y las palabras se entrelazaban, mezcladas con pequeñas caricias furtibas.
La química era evidente, Albert tenía la capacidad de hablar y de que todo su entorno enmudeciera, solo se oian sus risas, su voz grave y meliflua.
Y a la vez tenía la maravillosa cualidad de hacerte sentir única, y cuando tu hablabas sucedia lo mismo pero al contrario.
El solo escuchaba tu voz, tu vibrato. Todo era de verdad, nada era impostado, parecia que bebía de tu relato hasta dejarte sedienta.
La tarde dio paso a la noche y la nohe dio paso a la soledad que les permitió más intimidad.
La noche se iluminaba con pequeñas antorchas del chiringuito que había a lo lejos , no hacia falta mas. Cuando los cuerpos se reconocen las manos se convierten en tus ojos y dibujan un mapa exacto de tus sentidos, de tus necesidades, de tu piel.
No era el primer hombre con el que había estado, pero si fue el primer hombre que la hizo sentir plena
Siempre pensó que el punto G eran un grupo musical , primos hermanos de Hombres G, desde luego no había estado nunca en un concierto , ni siquiera tenia el CD y esa noche sin pasar por taquilla el destino le regaló entrada VIP.
La brisa revolvió el pelo de Afro (como la llamaba todo el mundo) y Albert se lo recogió por detrás de la oreja, rozando suavemente su lóbulo, ¿como pudo saber lo mucho que le ponía? , su mano, grande y aspera acarició su cara mientras ella habia dejado de pensar reposando su cara en ella.
Los besos y las caricias se mezclaron, entonando una cancion que ninguno de los dos conocia. Afro identificó en sus besos el algodón de feria que tanto le gustaba cuando era niña y Albert los atardeceres en Africa cuando empezó como editor.
Sus cuerpos llevaban el mismo ritmo, el deseo hacia rato que habia hecho acto de presencia entre los dos. Sus lenguas parecía que se conocian hace tiempo y sus besos decian te recuerdo, te estaba esperando y has llegado por fin.
En un momento Albert la cogió de la mano y la hizo un gesto para que le seguiera, ¿seguirte? pensó ella, al fin del mundo
Cuando llegaron a la orilla el agua baño sus pies, estaba tibia y salada.
Albert tiró de ella hasta que el agua les cubrió por la cintura, la empujó hacia el y noto perfectamente sus pechos (las presentadas como teta derecha y teta izquierda) y su miembro presionó aún más en su bañador, sin pensarlo los dos se quedaron desnudos y dejaron que se los llevara la corriente, algo que su deseo ya habia previsto.
Afro le rodeo con sus piernas y Albert la subió a horcajadas, el agua les mecía a buen ritmo, parecian teloneros de su propio concierto.
Los movimientos eran lentos y acompasados, al igual que sus besos, luego fueron subiendo de intensidad mientras el la empujaba contra su cuerpo con el vigor que la pasión permite, y la potencia que sus brazos ejercian.
Los gemidos se aplacaban con la fuerza de las olas hasta que llegaron al climax, se fundieron en uno solo y como la canción de Orozco parecian hechos de pedacitos, de sal, de reflejos en el mar, de arena bajo sus pies, de antorchas iluminando, de abrazos interminables, de erotismo.
Aun estuvieron un largo rato dentro del agua, abrazados, besandose y riendose , el motivo la luna, esa playa ,que tantos momentos les daría en el futuro, la brisa, y la conciencia de que habría muchos momentos como ese.
"Como narradora que soy me tomo la licencia de que esta historia termine con un gran polvo" ( De nada Afro) .
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