Mientras esperaba en Hamburgo llamó a la agencia de alquiler de coches , para confirmar la hora a la que lo recogería.
Había alquilado un Cayenne, azul petroleo, le encantaba ese coche.
También llamó a su madre , para que no se preocupara por el retraso, pero aun asi sabía que cuando aterrizara en Madrid tendria 8 ó 10 llamadas perdidas.
Se ponía muy nerviosa cuando tenía que volar, por eso no había ido a verle a Hamburgo en los últimos 5 años.
- No hijo, no , yo no me subo a esos trastos, que no me fio. ¿ y no se puede ir en tren o en coche?
- Ya te lo he dicho muchas veces, mama, en tren es un viaje larguísimo, son 29 horas mínino.
- Ah no ¡ 29 horas, casi un día entero, ¡ que barbaridad¡
No podía convencerla, cuando su padre emigró a Alemania con su hermano en busca de oportunidades , lo hizo solo. Su mujer no le acompañó. Estuvo trabajando en una fábrica hasta que se forjó un futuro y en cuanto pudo se trasladó a la de Soria.
Ahora su hijo también se había labrado un futuro en Alemania.
Tenía ganas de ver a su madre, y de volver al pueblo, donde pasó los mejores años de su infancia. Después de 80 kilómetros por fin vió el cartel " esta usted en CASTILLA Y LEON" y el corazón le dio un vuelco.
Por esas fechas finalizaron las obras de la autovía Madrid - Soria así que en dos horas estaría en su destino. Hasta llegar a Almazán todo era sobriedad en el paisaje castellano, el ocre y amarillo inundaban el horizonte, bajo un cielo azul.
Pero según te acercabas a Soria el vasto pinar aparecía rotundo.
Cogió el desvío a Covaleda, según pasabas el pueblo de Abejar a la derecha. Y el paisaje era todavía mas hermoso.
Verde sobre verde, los pinos luchaban por sobresalir en esa inmensa acuarela.
El embalse de la cuerda el pozo estaba rebosante , parecía que había sido un buen invierno, entre las continuas lluvias y las intermitentes nevadas el caudal del rio Duero era cuantioso.
Los recuerdos se atropellaban en su cabeza. Las imágenes de los veranos llegaban a tropel.
Joder eso eran veranos, sin responsabilidades, jugando al mus en la terraza del Japo, apostando lo que no tenían y experimentando en el amor.
De pronto un nombre inundó sus recuerdos " Candela "
Cuando conoció a Candela fue toda una sorpresa inesperada.
Vivían calle con calle, en un pueblo tan pequeño todos se conocían.
Habían sido vecinos pero hasta ese verano no sé vieron de verdad.
Le llegó olor a fuego, a la leña ardiendo y su mente le transportó a ese preciso instante; cuando sus manos inexpertas recorrieron su cuerpo, sintiendo como se estremecía.
Sin darse cuenta había llegado a Salduero, estaba a 20 km de Covaleda y su corazón estaba contento, bajó la ventanilla para sentir el aire contra sus recuerdos y conseguir recomponer la presión en su pantalón.
Siempre que pensaba en ella le sucedía lo mismo.
Cuando divisaba el cartel que anunciaba "Camping El Refugio "
ya había llegado a casa.
Era tan diferente a Hamburgo ¡
Las casas de piedra, grises en su mayoría, las persianas en todas las puertas para evitar las moscas, la plaza con su verbena esperando mansamente su fiesta grande, todos los ojos puestos en él , adivinando la pregunta que las indiscretas miradas se hacían ¿ quién es ese?
Y por fin la panadería Abad, un pequeño giro a la derecha y estaba en casa.
Aparcó en la parte de atrás, a la altura de la ventana de la cocina y cuando estaba sacando las maletas vió de soslayo a una mujer entrando en la casa del Juanaco.
Cuando volvió la esquina allí estaba su madre sentada a la fresca, exactamente como cuando se marchó, acompañada de su tía Liana y de mas vecinas.
- Hola hijo, que tarde has llegado al final. En la cocina tienes uno torreznos , solo para calentar y te he cortado chorizo.
-Hola mamá, que bien os veo a todas, no tengo hambre he comido algo por el camino, me voy directo a la ducha.
- Vale mante ( palabra cariñosa que se usa en Covaleda, es sinónimo de cariño), tienes toallas limpias en tu habitación.
Subió a la habitación, dejo las maletas encima de la cama y se metió en el baño.
Cuando era pequeño no había cuarto de baño en esa casa, y por supuesto tampoco ducha. La reforma había conseguido mantener el aire campestre con un toque de modernismo.
Tumbado en la cama, todavía con la sensación del agua fría en su piel, abrió la ventana para sentir la maravillosa brisa que siempre aparecía en las noches de agosto, y vio luz en casa del Juanaco. ¿Quién viviría ahora en esa casa?
Perdido en sus pensamientos y sintiendo el cansancio en cada extremidad de su cuerpo el sueño le alcanzó.
Comentarios
Publicar un comentario