CAPITULO 3
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Al otro lado del teléfono Rita se partía de risa.
- Hombre Cande, a lo mejor no te ha reconocido, hace muchos años que no os veis. Tu tampoco le reconociste anoche.
-Ya pero eso es distinto, lo mío es por miopía.
-Bueno te dejo que llega el de la Mahou.
Siguió unos metros mas y llegó al mirador, no recordaba lo bonito que era. Ante sus ojos se extendía un manto de pinos, vetusto, desde su posición no se adivinaba ningún hueco posible.
Después de coger varias bocanadas de aire tomó el camino de regreso a casa, todavía tenía que disponer el jardín , deshacer el equipaje y organizar los manuscritos que tenía que leerse este verano.
Cande había conseguido transformar su pasión en su negocio. Llevaba varios años trabajando como lectora profesional, su editor estaba muy contento con su trabajo, lo cierto es que tenía un buen ojo para los
best seller , cada año su instinto encontraba un par.
Se estaba haciendo un nombre en el sector literario, las editoriales empezaban a rifársela, pero ella de momento estaba bien así , trabajando para una pequeña editorial. Había recibido varias ofertas y todas las había rechazado.
Llegando al centro de salud giré a la derecha, enfilé la calle Cañón , pendiente arriba.
Estaba en la cumbre recuperando la respiración cuando oí mi nombre.
-¡Candela ¡
Miré a mi alrededor pero sin gafas no veo tres en un burro.
¡Oh no Cándida¡ no sabía donde meterme así que fingí que me llamaban por teléfono, pero a Cándida no se le engañaba tan fácilmente, era difícil de torear.
-¡ Ay Candela que guapa estas¡ ¿has venido sola? ¿reformaste la casa del abuelo? ¿ qué tal estáis todos? ¿ Y tú madre, no viene?
- Cándida lo siento es una llamada importante, dame un beso ya nos veremos
Y enfilé por la calle de la iglesia sin mirar atrás, como en la guerra, aunque eso era un batalla perdida. Cándida volvería a atacar.
Llegué a casa sana y salva - ¡madre mía de la que me librado¡
Estaba saliendo del baño cuando empezó a sonar el móvil. En la pantalla aparecía el nombre de mi editor, Javier Santaolalla.
- Hombre Santaolalla ¿ es que no me vas a dejar descansar ni en Agosto?
- jaja que graciosa se cree mi Candela ¿si quieres no te mando el cheque y descansas del todo.
- Vaya Santaolalla ¿ya has empezado a derretirte? Vas a tener que hacerme una visita.
- Pues igual te tomo la palabra aquí en Madrid ya no se puede ni respirar.
A ver me ha llegado un manuscrito nuevo, de un escritor nobel que por lo visto ha vivido en Hamburgo. Quiero que me hagas un informe literario.
- Vale mándamelo por correo , por mi editor preferido lo que sea.
- Ya lo tienes en tu bandeja de entrada...Tututu - que costumbre tenía de colgar sin despedirse.
Sentada encima de la cama comprobé mis correos y bajé a la cocina a tomarme un café. El olor inundaba la casa.
Los ladridos de Coque anunciaron la llegada de Ley .
- Ley te pongo un café?
- Si por favor, cargadito, que no he pegado ojo esta noche.
Al final cenamos aquí está noche, no?
- Si sin problema
- Vale pues me voy a pasar por el Arche a por la carne
- Te recuerdo que Elena es ahora vegetariana. No come carne
- Siii lo recuerdo - dijo mientras daba un sorbo al café
El resto de la mañana lo dedicó a organizar el jardín, todo el mobiliario estaba cubierto con una lona azul y atado con una cadena. Cuando la retiró el polvo y las hojas del invierno y la primavera estaban ahí, vamos que tenía para un bosque a medida, lástima de manualidades.
Limpió bien las 6 sillas y la mesa y las dispuso en perpendicular al banco de piedra que había en el jardín, ese banco lo hizo su abuelo José y tendría unos 60 años.
Del cobertizo fue sacando los cojines de las sillas y el cojín que mandó hacer a medida para el banco. Los farolillos solares, las guirnaldas, la alfombra de exterior y las plantas decorativas.
Apenas pasaba 2 meses seguidos en Covaleda, por lo que las plantas naturales quedaron descartadas en primera instancia.
Una vez distribuyo todo se alejó un poco para poder verlo con perspectiva.
¡ Ahora si había empezado el verano formalmente¡
Limpió bien las 6 sillas y la mesa y las dispuso en perpendicular al banco de piedra que había en el jardín, ese banco lo hizo su abuelo José y tendría unos 60 años.
Del cobertizo fue sacando los cojines de las sillas y el cojín que mandó hacer a medida para el banco. Los farolillos solares, las guirnaldas, la alfombra de exterior y las plantas decorativas.
Apenas pasaba 2 meses seguidos en Covaleda, por lo que las plantas naturales quedaron descartadas en primera instancia.
Una vez distribuyo todo se alejó un poco para poder verlo con perspectiva.
¡ Ahora si había empezado el verano formalmente¡
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