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HISTORIAS DE LA CUARENTENA


HISTORIA DE LA CUARENTENA 

Lo único bueno de la cuarentena era que no sonaba el despertador, algo bueno tenía que tener.

No tenía ningún plan especial, no era un día especial, en cuarentena todos los días eran iguales, y yo había elegido el Miércoles, este Miércoles marcaría la diferencia.

A pesar de dormir como un lirón, tenía sueño atrasado y me costaba levantarme por las mañanas.
Abrí los ojos y me costo uno segundos ubicarme....no tenía claro que día  era...¿Sábado? ¿Lunes? y a la tercera caí en la cuenta, era Miércoles, y el corazón me dio un vuelco.

Mientras me desperezaba en la cama pensaba en que me iba a poner, estuve dudando entre el pijama de raso gris, ó el camisón fucsia, entonces miré por la ventana y el día estaba nublado , así que opte por elegir el pijama  de raso gris,  una mezcla entre sport y elegante.

Me di una ducha rápida, con exfoliación incluida, así la piel quedaría mas sedosa, no sabíamos a donde nos llevaría el Miércoles.

En 20  minutos estaba lista, pelo arreglado , maquillaje natural, pijama de raso y tacones rojos.

Cuándo me dirigía a " La cocina " los nervios se asomaron por mi escote, deseaba que el estuviera allí, me habían hablado muy bien la noche anterior.

Abrí la puerta y le vi enseguida, esperando para su café mocca, manteniendo la distancia social, metro y medio, llevaba una camiseta blanca con un logotipo muy chulo # quedateencasa, y unos calzoncillos negros, tipo bóxer que realzaban su piernas de eterno futbolista.

Yo esperaba mi turno, también a metro y medio y paseaba mi mirada por " La cocina ", los estantes estaban repletos, de copas y tazas relucientes, debido a la cuarentena habían hecho acopio de todos los alimentos no perecederos, arroz, pasta, legumbres, y sobre todo me sorprendió al fondo, junto al frigorífico una torre de papel higiénico y chocolate.

Todo estaba reluciente, se ve que habían limpiado a conciencia.

Mientras me servía mi capuchino de la Nespresso busque un hueco para sentarme, justo había uno a su lado, él se sentó a un lado de la mesa y yo me senté  en frente.

Nuestras miradas se cruzaron cómplices y yo respondí a su sonrisa, una sonrisa de medio lado, insinuante. La piel se me erizó y un escalofrío recorrió mi espalda

Hizo un gesto y supe que por fin iba a dirigirse a mi

Buenos días , cariño ¿Qué hacemos hoy para comer?




























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