Tenía la costumbre de cambiar la hora justo cuándo se iba a dormir; aunque fueran las 10 ó las 11.
Ese Sábado tocaba adelantar el reloj, una hora, tan sólo una hora.
Nunca esperaba al día siguiente,tan metódica como siempre.
Esa vez notó un chispazo al coger el despertador, pero no le dió mayor importancia, tenía que arreglar ese maldito enchufe.
Mejor le hubiera ido.
La noche transcurrió como todas, entre duermevelas , pesadillas y apariciones.
Cuándo era mas joven tenía una libreta en su mesilla de noche y escribía todos sus sueños, a veces por capítulos. Recuperaba el sueño de la noche anterior.
Ese Sábado apareció su padre en un sueño, que como siempre empezaba dulce y terminaba amargo, cuándo despertó solo recordaba "Debes avanzar, cariño".
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