Sus pechos se unían a su cintura sin necesitarlo siquiera, donde aparecía, sin sorpresa el reloj de arena.
Su figura tenía esa forma, llena de arena desde la nariz hasta el umbral de sus dedos meñiques.
Arena de todos los colores,principalmente amarilla, como su color preferido, como los rayos del Sol que la broceaban en verano.
Azul casi negro como los dias que empiezan doblando sus fuerzas y no consiguen derribarla, o sí.
Verde como los recuerdos de una infancia en medio de un monte, de un pueblo Soriano, de noches en vela contando las estrellas.
Rojo como la sangre que acompañará su futuro, su pasado y su presente.
Todo un arcoiris que la muestra tal y como es, testaruda, rotunda, decidida e indecisa, maternal, egoista y generosa, atrapada en sus temores y libre en sus juicios.
Su figura tenía esa forma, llena de arena desde la nariz hasta el umbral de sus dedos meñiques.
Arena de todos los colores,principalmente amarilla, como su color preferido, como los rayos del Sol que la broceaban en verano.
Azul casi negro como los dias que empiezan doblando sus fuerzas y no consiguen derribarla, o sí.
Verde como los recuerdos de una infancia en medio de un monte, de un pueblo Soriano, de noches en vela contando las estrellas.
Rojo como la sangre que acompañará su futuro, su pasado y su presente.
Todo un arcoiris que la muestra tal y como es, testaruda, rotunda, decidida e indecisa, maternal, egoista y generosa, atrapada en sus temores y libre en sus juicios.
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