Las granadas pesan y si las llevas en el bolsillo también.
No recuerdo cuándo empecé a almacenarlas, pero rondaría los 12 años.
Al principio lo hacía por diversión, no tenía muy claro su finalidad, pero acabé haciéndolo por necesidad.
Ellas no son el enemigo, son mi salvación.
Durante el paseo Sira se cruza a cada paso que doy, y eso me obliga a cambiar la correa de mano constantemente.
Me centro en sus saltitos y me doy cuenta de lo bonita que es.
Mis músculos agradecen el esfuerzo y mi corazón también.
Y porfin mi mente olvida que llevo una granada en el bolsillo derecho.
Estoy llegando a casa y hoy consigo que escampe.
Guardo la granada, en el mismo hueco que dejó cuándo la cogí.
El agua caliente me ha ayudado.
Hoy me ha ayudado SIRA
Hoy me he ayudado yo
Hoy me ha ayudado la música
Mañana Dios dirá
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